
Nunca viene mal recordar los conceptos más básicos vinculados al día a día de nuestra empresa, por lo que traemos a explicar un viejo conocido: el balance.
En la gestión contable de una empresa es muy importante estar informado sobre la situación y evolución patrimonial y, en definitiva, su rentabilidad y situación financiera.
Para ello utilizamos como instrumentos unos instrumentos informativos llamados balances. Este consiste en un documento que representa la situación patrimonial de la empresa en un momento determinado de tiempo, agrupando sus elementos en torno a sus dos principales masas patrimoniales: el activo y el patrimonio neto y pasivo. ¿Recordamos sus tipos?
Tipos de balance
– Balance de situación inicial: se elabora al principio del ejercicio, y sirve para comprobar la situación de la empresa al comenzar el período económico, con el objetivo de poder compararla con situaciones futuras. Refleja y agrupa todos los bienes, derechos y obligaciones que tiene la empresa y muestra sus saldos reales agrupados, para así facilitar las comparaciones mencionadas. Este tipo de balance debe aparecer en el libro de inventarios y en las cuentas anuales.
– Balance de situación de cierre del ejercicio: se realiza el último día del ejercicio económico (si este coincide con el año natural, el 31 de diciembre, aunque puede realizarse en cualquier otra fecha). Es el más importante de todos, ya que nos permite conocer como queda la situación financiera de la empresa una vez finalizado su ejercicio económico. También debe incluirse en el libro de inventarios y cuentas anuales.
– Balances de comprobación de sumas y saldos: se confeccionan entre el principio y el final del ejercicio, tantos como se quiere, aunque como mínimo se ha de realizar uno cada tres meses. Su finalidad es doble: por un lado, comprobar que los datos están siendo registrados correctamente en el diario; y por otro, realizar un seguimiento de la situación de la empresa, comparando unos balances con otros. Esto último permite hacer un análisis de tipo dinámico.
Hasta ahora se ha clasificado los balances según el momento en que se elaboran. Sin embargo, también podemos hacerlo en referencia al grado de complejidad de los mismos :
- Balance balance normal: que es el más complejo y el que se le exige a las empresas de mayor tamaño cuando superan un gran volumen de activo.
- Balance abreviado: que es un modelo más simplificado, y es el que deben presentar aquellas sociedades que cumplan determinados requisitos.
Por otra parte, cabe destacar que en el caso de los empresarios individuales o autónomos, estos no tienen la obligación de llevar una contabilidad normalizada, es decir, sólo deben llevar un registro de ingresos y gastos y, por lo tanto, no confeccionan ningún tipo de balance, aunque pueden hacerlo voluntariamente para conocer mejor la evolución de su negocio.
Vía: BBVA
comments
