Hubo una época en que los gigantes japoneses de la electrónica: Sony, Panasonic y Sharp, reinaban el mundo, pero hoy estas empresas pierden miles de millones de dólares anuales. ¿Cómo lograron caer tan bajo estas poderosas compañías japonesas?
En las últimas dos décadas, los rivales extranjeros introdujeron mejoras con mayor rapidez sobre un segmento en donde los nipones supieron contar con un dominio de la industria electrónica. ¿Cómo lo hicieron?
Para tener una idea de lo que ocurrió con la industria electrónica japonesa, basta con dar un paseo en el metro de Tokio que ahora cuenta con cobertura móvil 3G. Pero al no estar permitido hablar en el teléfono móvil en el transporte público todos lo que viajan están ocupados enviando mensajes de texto en sus aparatos.
Y ¿qué marca de aparato usa la mayoría? Un rápido vistazo por el vagón muestra que casi 80% de los usuarios tiernen un iPhone de Apple. No puede ser un serio análisis científico pero la evidencia es bastante clara. Donde una vez la gente solía escuchar un Sony Walkman, hoy quienes dominan son Apple y Samsung, incluso aquí en la tierra de Sony.
La evidencia también puede verse en los resultados financieros. Las cuentas de los gigantes electrónicos de Japón están cubiertas de tinta roja.
Sony quizá logre obtener un pequeño beneficio este año, el primero desde 2008. Se espera que Panasonic (antes llamado Matsushita) arroje una pérdida de US$9.000 millones. Y Sharp, que es mucho más pequeña, está perdiendo dinero tan rápido que no podrá sobrevivir otro año sin una inyección importante de capital.
¿Qué fue lo que ocurrió?
Sony, Panasonic Corp. y Sharp Corp. sufrieron una pérdida combinada de US$20.000 millones en el último año fiscal. Se trata de un giro radical en comparación con los días de gloria de fines de los años 70 y principios de los 80, cuando las empresas japonesas dominaban los electrónicos de consumo.
Conforme la economía del país se expandía, los conglomerados de electrónicos eran líderes mundiales con sus chips de memoria, televisores a color y grabadoras de videocassettes, mientras sus laboratorios lanzaban productos que definirían una era: el Walkman, el CD y los reproductores de DVD.
Hoy, las empresas japonesas han pasado a un segundo plano frente a competidores como Amazon, Apple Inc., Google Inc. y la surcoreana Samsung Electronics Co.
Otro dato a considerar es el origen de la actual debilidad de Japón se encuentra en su tradicional fortaleza: una fijación con el monozukuri, o el arte de fabricar cosas, priorizando los avances de hardware.
Este concepto, motivo de orgullo nacional, empujó a las empresas japonesas a tratar de fabricar los productos que a menudo eran los más delgados o pequeños, pero que pasaban por alto factores que los usuarios consideran importantes, como el diseño y la facilidad de uso.
Sin tecnología punta
En el ejemplo más reciente de cómo el país ha perdido su liderazgo en los electrónicos de consumo, la compañías japonesas se están quedando atrás en la carrera por desarrollar lo que probablemente se convierta en el formato tecnológico dominante para los televisores de la próxima generación: los OLED, o diodos orgánicos de emisión de luz. Las nuevas pantallas son más delgadas y usan menos energía.
Samsung, el mayor fabricante de televisores de Corea del Sur, domina en la actualidad el mercado de las pantallas OLED pequeñas utilizadas en los teléfonos inteligentes y otros aparatos móviles. Ahora, Samsung y la también coreana LG Electronics Co. planean lanzar este año un televisor con una pantalla OLED de 55 pulgadas.
Se trata de un avance importante en comparación con las firmas japonesas-Sony, Panasonic, Sharp y Toshiba Corp.- que han pasado años desarrollando esa tecnología mientras trataban de encontrar la manera de comercializarla. En un intento por reducir la brecha que las separa de las empresas coreanas, Sony y Panasonic, en su día acérrimos rivales, llegaron a un acuerdo sin precedentes en junio para desarrollar en conjunto la tecnología OLED.
El pacto refleja los problemas de Sony, que hace cinco años se convirtió en el primer fabricante en lanzar el primer televisor con tecnología OLED. El modelo de 11 pulgadas con una pantalla ultradelgada era una maravilla de la tecnología. Pero a un precio de US$2.500 la unidad, las ventas nunca despegaron.
Vía: /BBC/La Nacion
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