En los tiempos que corren cada vez más empresas tienen el temido “efecto Nicolas Cage“, que es a lo que yo llamo “no saber decir que no“, me explico. El bueno de Nicolas es un tipo que no puede ser considerado mal actor, de hecho, tiene un Oscar por Leaving Las Vegas pero tiene un problema serio: si le ponen dinero por delante no sabe decir que no.
Gracias a este don de no saber decir que no por mierda que sea lo que le están poniendo delante nos ha deleitado con pestes del tamaño de Ghost Rider o The Wicker Man (el hombre de mimbre, dedicada a Johnnie Ramone) por sólo citar dos pero hay muchas más (City of Angels, National Treasure: Books of Secrets y un largo etc) y claro, al final la opinión acerca del actor se vuelve poco menos ambigua.
Pues bien, éste mal no es endémico de los actores de Hollywood, sino que cada vez hay más empresas que tienen este mal y, empujados sobre todo por la crisis que todo lo rodea actualmente y porque, como diría Chiquito de la Calzada, “la cosa está mu mala” se apunta al carro de no saber decir que no, y esto tiene muchísimas desventajas que vamos a pasar a analizar.
Tu nombre queda en entredicho
Al igual que le ocurre al bueno de Nicolas, si en tus trabajos hay una de cal y una de arena, lo normal es que tu nombre quede en entredicho, porque quien busque un poquito más acerca de tu empresa se dará cuenta de esta dualidad en tu trabajo y, como podrás comprender, le entrarán dudas por no saber si le tocará la de cal o la de arena.
No te van a pagar lo que te mereces
Si aceptas un trabajo por menos dinero del que tienes estipulado pueden pasar dos cosas: que trabajes como un perro durante horas que no te van a pagar, cosa que a nadie le gusta y, ojo, cosa que no deberías dejar que ocurra (está en tu mano y solamente en tu mano), o bien que ajustes el presupuesto a las horas a “precio normal”, y, como el presupuesto es menor de lo que suele ser, el trabajo quede o bien chapucero o bien a medias, dependiendo del caso.
En cualquiera de los dos casos el mayor perjudicado eres tú, en el primer caso porque ni tú mismo te valoras, y en el segundo porque comenzar un trabajo que sabes de antemano que va a terminar mal no es buena señal, ¿no crees?
Directamente, no te van a pagar
Si una empresa empieza negociando la provisión de fondos antes que cualquier otra cosa, desconfía, las posibilidades de impago suben hasta la estratosfera de la burocracia, porque, si el proyecto de la empresa tan rentable que quieren que les optimices/posiciones/diseñes/lo que sea no merece una inversión por su parte, ¿quién te dice que te vayan a pagar al finalizar el trabajo?
Además, como bien habrás sufrido si tienes una empresa, sea del sector que sea, hoy en día los impagos están a la orden del día y tienes poco menos que tener un radar para poder evitarlos, pero hay en ocasiones en las que clama al cielo.
Así que ya sabes, mi pequeño, cuidadito con el “efecto Nicolas Cage” que, aunque parezca que tiene alguna que otra ventaja, en realidad no lo son tanto, y el mayor perjudicado siempre serás tú, y tu empresa.
Ahora el turno es tuyo, cuéntanos si en alguna ocasión te ha tocado el tan temido “efecto Nicolas Cage” y qué resultados ha tenido, los comentarios son todo tuyos.